Los Inútiles de Federico Fellini

Helena Perez Bellas
5 min readJun 22, 2021

Pasan los años, cambian las décadas, incluso el siglo y muchas cosas siguen igual. Federico Fellini sigue siendo un genio del cine y los hombres siguen siendo hombres

Muchas veces me pregunté porque no soportaba ver una película de Fellini o Truffaut o incluso Spielberg, en mi casa. La respuesta hoy, en unos de los años más tristes de nuestras vidas que oficia de segunda temporada del peor año de nuestras vidas, es: toda esa gente me hizo amar el cine. Siempre que intenté concentrarme en alguna de sus películas los resultados eran reactivos, desistía a la media hora o incluso antes. Es que mi casa no es el cine. La magia es también un lugar.

El cine cumple una función social y eleva. No hay que confundir el cine con el cine argentino y esto debe ser dicho. El cine es otra cosa. Italia te arma una película con cuatro elementos: la costa adriática, una mujer, un traje, un buen auto. Se respira cine y se percibe lo excesivo en el aire, todo es mucho y lo que parece poco también es mucho. Fellini concentra el espiritu arrebatado del ser italiano y en ese movimiento no caricaturiza ni pide disculpas. Va al corazón del corazón del alma humana.

Fellini está muerto y los protagonistas de Los Inútiles (Italia, 1954) también. Lo que no está muerto y pervive es el registro de la naturaleza del hombre y su comportamiento ante la diferencia que marca la mujer. Fellini apuesta a la construcción del varón en sociedad desde la inteligencia y la observación de la vida humana entiende que el problema no es deconstruir, el problema siempre fue, es y será constituirse. Hoy los vínculos solo arrastran al desencuentro y a una soledad rodeada de fantasmas, la única solución sigue siendo al final del día hacerse cargo de uno mismo o morir en la verguenza. Ninguna mujer necesita pagarle a ninguna otra mujer ningún tipo de mercancía para entender que el pasaje entre un hombre y un estropajo humano, es hacerse cargo de los actos y entrar en plena conciencia de los mismos. Contra todo lo que se cree, lo que le saca a un hombre de la irresponsabilidad que comete contra las mujeres no es entrar en contacto con su “yo femenino” o poner “en crisis su masculinidad tóxica” por el contrario, un hombre deja de maltratar a cualquier mujer cuando deja de ser un niño.

“No creo en los malvados, solo en las personas” supo decir Fellini para sintetizar ambiguedades con las que tenemos que lidiar todos. Ser buena o mala persona depende del cristal con el que otro nos mire y el vínculo que establezcamos con quienes que nos rodean en la vida. Los Inútiles, tiene en su interior mucho moralismo y también exigencia, le demanda a las personas la dura tarea de determinarse. Su título original “I vitelloni” alude a los terneros grandes, muchachos de pueblo que no tienen riqueza para vivir como flaneurs y tampoco son tan pobres como para ser lúmpenes. En un limbo continúan vagando, negándose a trabajar, a establecer una familia y a dejar de vivir de sus parientes. Fellini pone a funcionar un grupo de amigos que atraviesan esta etapa de la vida con cierta incomodidad y verguenza propia, pero que al mismo tiempo no saben como salir de esas formas. Las circunstancias serán las que los obliguen a definirse y no serán estas extraordinarias, aunque ellos las vivan así, serán parte de la propia vida. Uno deberá asumirse como hombre casado que espera familia, otro deberá comenzar a trabajar cuando su hermana harta de mantenerlo deje la casa familia, otro enfrentar su carácter de artista o renunciar a la literatura y otro enfrentará la decisión de irse a la ciudad o languidecer en un pueblo eternamente. Fellini los muestra acorralados y también temerosos de lo que les espera, que es nada más hacerse cargo de su individualidad para lograr una vida propia. Lo que parece fácil se torna en una decisión del tipo humano, casi filosfófico, que encarna en la naturaleza del hombre una frase que también supo dar el cine: busco mi destino.

Fellini opera como observador compasivo de este crecimiento tardío, pero no abandona la claridad a la hora de retratar la inmadurez y sus consecuencias. Sin recurrir a ningún tipo de teoría feminista, de hecho la precede, o conspiración psicológica, Fellini pone la cámara como si documentara la decadencia masculina. No hay denuncia indignada a la hora de retratar a Fausto, el líder natural del grupo, carismático, mujeriego, inmaduro y mentiroso, a la caza de las mujeres incluso frente a su esposa embarazada a la cual censura cuando decide comer, para su juicio, por demás. Lo que encontramos son definiciones que parecen abruptas pero no lo son, de hecho se evocan como tardías. Fausto deberá enfrentearse al terror de perder o incluso haber empujado al suicidio a su mujer y la mirada, castigo mediante, de su padre, será el acto que lo haga comprender definitivamente que la juventud descarriada es cosa del pasado. Trágico, compulsivo, incluso violento, el camino de los hombres en la búsqueda de su Yo, es un camino que pone a prueba el carácter, pero también la ternura. Un hombre al final del día debe encontrar en su corazón ambas cosas.

La evocación frente al mar, los travellings que enfocan el sueño como una trampa y un tren que se va, son los rasgos más poéticos de este Fellini que termina de confirmar todas sus ambiciones. Sofistica el rol de la mujer que se niega a la pasividad y también a la explotación ya sea económica o amorosa. Una abandona la casa familiar de la cual era único sostén, otra se niega a ocupar la categoría de amante, otra le pone freno a la humillación de ser engañada; las tres salen triunfantes de todos esos retos que se pueden ver como cotidianos o incluso pueblerinos, pero son momentos definitorios en la vida de una mujer.

Fellini se mantiene hoy vigente, contemporáneo de los conflicto que arrastran hombres y mujeres, observador eterno de la vida humana, el amor y el desarrollo de los vínculos, oficia su cine no como advertencia, como lección de vida y lo hace con ternura y determinación. El que supo ser aliado del feminismo para luego ser un enemigo — otro ejemplo de que nada es nuevo, incluso la cancelación por la que tanto se irritan es algo absolutamente viejo y lejos esta de ser un “fenómeno” — hoy es una muestra de amor por la vida que se siente más como un amigo, como un hermano y como un ancla entre tanta desilusión y una chispa entre tanta oscuridad.

Los Inútiles de Federico Fellini, puede verse en el Cine Lorca

https://www.instagram.com/cinelorca/

https://cinelorca.wixsite.com/cine-lorca

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