Me acuerdo de todo

Helena Perez Bellas
11 min readJul 23, 2021

la noche tirana te quiere despierto / mejor una fiesta de día a corazón abierto

Cynthia Ozick dice mediante Bloom que la critica es un género que se inscribe en la autobiografía. Es cierto eso, también es cierto que la edad habilita para el registro de una biografía que se inscribe en los años y despedir a alguien es inevitablemente hablar de uno. Lejos de la literatura del Yo, la autobiografía es un registro histórico que dice: yo viví. La diferencia entre la neurosis ombliguista y la vida vivida es también la diferencia entre géneros. Yo viví y esa vida la viví con Palo Pandolfo.

Es muy difícil escribir sobre esto que pega patadas por todos lados. La jactancia de no llorar por nadie que no forme parte de mi familia se estrella en mil pedazos contra la memoria, que arma piezas que la matemática anula y la lógica revienta. Una foto que tenía muy clara, quién era, cómo me hice y hoy se ve fuera de foco al mismo tiempo que me tira información, fechas, momentos, todo sin piedad. Es muy difícil este momento, no alcanza con poner los discos en orden, los temas, nada. En el año que cumplí 40 todo esto de ver desmoronarse una vida me pone en un lugar en el cual quiero estar de paso, pero no instalarme a vivir. Cosas que se pueden permitir en una mala noche, cuando el extrañamiento aún es legítimo y el amor que supe conseguir en la vida lo es más.

En 1995 las cosas tenían movimiento. Y yo me deje llevar por todas esas cosas, con una fuerza de hambre de vida que se levantaba a diario famélica de saber que iba a pasar porque todos los días pasaban cosas. Nadie te cree, pero en los 90s podías vivir de noche y sin plata. Siempre otro tenía plata, incluso los deconocidos, siempre todo era gratis o en todo caso para las mujeres todo era gratis y cuando no era gratis era muy barato o había listas, conocidos, repetición de personas que quedaron encapsulados por fuera del sol. Ese año yo quería conocer todo, con algunas amigas nos habíamos acercado a un pibe que era hijo de un gerente comercial de la rock and pop y siempre conseguíamos sacarle cosas, a mitad de camino entre la seducción torpe y amateur y la insistencia incansable de cualquier adolescente. Un día nos dijo que iba al teatro a ver una banda que en ese momento sonaba en la rock and pop y yo siempre veía en el Si. Me acuerdo de Juan Di Natale presentándolos y de las bateas de TEMAS o Musimundo que exhibían sus cds. Le dijimos que si obvio y armamos todo ese sistema demente de los que viven “lejos de todo pero en capital” y salen temprano, tipo 6, para vagar por las calles del centro una hora antes de la cita. Llegamos al teatro Astros media hora antes, nos quedamos hablando boludeces ¿quién es inteligente a los 14 años? y esperando mientras mirábamos a gente más grande, vestida con ropa que queríamos tener pero sin cuerpo para soportarla. De lo que ví no me acuerdo, son flashes como enamorarme ahí nomás de un tema que era inédito, pero para mi todos los temas eran inéditos, Paloma se llamaba y yo quería que me lo cantaran a mi. Las cosas del tango no las entendía, nos reíamos con el pibe del bandoneón, Playas Oscuras hablaba efectivamente de una playa oscura y yo me imaginaba Quilmes y me costó entender porqué una persona le hace una canción a estaciones del subte que nos habíamos tomado horas antes. Sacando eso una energía que venía como un escopetazo me había bautizado en una especie de calentura y comprensión del rock que tome rápido, fácil y sin hacer preguntas. Todo se terminó pero esa noche siguió para nosotros que pudimos pasar un ratito por un camarín y un chabón de rulos con una toalla empapada nos saludo y nos pregunto si nos había gustado y decís que si como una tarada mientras te reís como una re tarada. Cuántos años tienen? y le dijimos no sé, 18, 19 y dijo, no, no, la verdad y dijimos 14. Nos dió unas latitas de gaseosa y eso fue todo. Llegué a casa con el 106 y puse la latita en un altillo en donde me habia armado una habitación, junto a otros dos latitas que mi amiga Veróica me había traído de Estados Unidos. Soñé esa noche porque siempre fuí de soñar. Al otro día fuí al club y cuando volví las latitas no estaban y yo grite, me acuerdo que baje corriendo y pregunte y las latitas?!?!??!! y mamá dijo, las tiré, no eran basura? y yo lloré esa noche, toda la noche pensando en las latitas, pero en una más que en las otras.

Me puse de novia con un pibe que iba a la iglesia y quería ser electricista, trabajaba descargando camiones de gaseosas pepsi y tenía un año más que yo. A mi ya me gustaba todo lo que era salir, pero lo que más me gustaba en la vida era ir al centro y a Belgrano porque en Belgrano había disquerías y estaba Dr Jekyll. Los fines de semana era un loop contínuo de bandas en vivo y yo quería verlas , incluso las que odiaba porque todo era mejor que estar en mi casa. Un día saqué entradas para que ir a Los Visitanes y le dije Gabriel te espero en casa y tomamos el 107. Yo ya estaba lista desde de las 6 de la tarde con una mochila plateada de KIO y un jean Gloria Vanderbilt que no me sacaban ni con orden judicial. Gabriel no llegaba así que le dejé la entrada y me mandé a mudar. Llegué y me acomodé en unas gradas a esperar, sola, ofuscada y feliz. Gabriel me tiró de la mochila a la media hora. El ambiente siempre se caldeaba con Los Visitantes, la gente cantaba a modo de ritual Arte Milenario, en un coro perfecto, en sincronía con palmas y gritos salidos de una tribu, mi tribu la del rock, de una geografía, mi geografía el oeste. De eso también solo quedan flashes y tengo un flash de bronca enajenada, cuando en un gesto de cuadro de Caravaggio, Palo le ofrenda a una piba que habia conseguido sentarse al borde del escenario una vincha que tenía su ADN.

En 1997 lo arrastre a Gabriel al teatro Opera porque tocaban Los Visitantes. La entrada fue mi regalo de cumpleaños anticipado y hoy me pregunto cuantas pepsis descargó ese pibe para pagar eso. No había mucha gente en un viernes de pleno junio helado y el recital era compartido con unos franceses que me chupaban un huevo. Vimos el recital en una muy envidiable fila 8 y algo pasaba que la cosa no terminaba de estallar. No me importaba nada de eso, a esa altura ya había gastado Maderita y En Caliente,tenía grabados temas sueltos de Espiritango y Salud Universal, sabía que antes había existido Don Cornelio y leía poesía, aunque no me interesara, porque Palo siempre hablaba del don de la poesía y de un grupo de poetas que él había fundado con otros poetas como él. Me sentía adulta, viendo bandas de rock en teatros y con un noviazgo que pensaba era para siempre, casamiento incluído. Leía también otras cosas, seguía también por todo Ramos y Haedo a Divididos, en un puñado de años había visto todo lo que se podía ver porque el dólar era un peso y cuando no tenía ni un peso, había amigos, conocidos, gente a la cual llamar. Ese año Gabriel me pidió un tiempo. Lloré, pero a la semana ya salía otra vez y cuando el tiempo se cumplió nos vimos en un Wendys de Flores y yo ya había salido con tres pibes porque el tiempo no existe cuando sos joven y esos pibes eran todos grandes, más grandes. Se terminó, no sin un dejo de tristeza de la primera ruptura de un noviazgo largo, que lo considere menor y seguro lo es, pero formó parte de un momento de mi vida que hoy me hace sentir que todo pasa muy rápido, demasiado rápido y entro en preguntas filosóficas que ni valen la pena escribir acá, porque son deseos que en orden de seguir hay que aplacar, hay otra vida? el tiempo no existe y la vida la haces una, dos, cinco veces, hasta que la haces bien? voy a volver a ver a toda esta gente? o ya está? Lo que sea, lo llevo conmigo.

Estaba trabajando en un catálogo cuando leí a Marcelo Gatman en twitter “playas más oscuras que nunca” y no hizo falta nada más. Vino Sebastián y me dijo se murió Palo Pandolfo y le dije agarra esa pila de libros que tengo que meter en el excel que todavía no entregue nada. En eso puso Reventado y me dijo que pedazo de tema este y le dije si, que se yo, si. Y ahí vinieron otros temas y estaba bien, pero de repente estaba mal, como no sé, eso mal. Patria o Muerte, lo compré en una disquería en 2005 en Boedo, hoy es una panadería de esas berretas y bueno, todo eso que la cabeza te empieza a disparar, la persona feliz, feliz que era en el 2005, que era feliz en 1995 también y ahí la felicidad venía sola por eso nunca hay que pedir perdón, permiso o disculpas por vivir tu vida. Porque después crecés y todo eso que parece que es un mar inagotable, no, eh. Fue. Y seguir es tener vida atrás acumulada. Sin eso no seguís.

En 1998 yo estaba medio sin rumbo como toda persona que había terminado el secundario. Quería estudiar pero no se podía y tampoco tenía en claro qué y despues no tuve como. Ese verano esperaba que otra vez nos dieran el Buenos Aires vivo y obvio que me anoté la fecha de Los Visitantes como una prioridad sobre cualquier otra. Fuímos con una amiga, Nieves, y unos amigos de ella que eran unos pelotudos barbaros que me jodían todo lo que podían. La pasé a buscar y tomamos el 34 que nos acercó, todo lo demás lo hicimos caminando hasta Libertador y Pampa, junto a una marea de gente tranquila, que llevaba lonas, mate, cerveza, se ponía a cantar, dejaba en el aire un dejo de marihuana o tabaco, vivía el verano digamos Esa noche fueron algo más de diez mil personas y otras noches fueron 60 mil y en total en 13 noches más de medio palo de personas fueron a ver bandas de rock, cuarteto, metal, sin provocar un disturbio. Sobre el final de los que dicen fue la época más demoníaca, en el aire aún quedaba una vida que podía haber menguado, no lo sé, pero frente a todo lo que pasa ahora, en estos últimos cinco, diez años, era una pared de querer hacer, sentir, conocer, coger, todo. Era estar en presencia de las cosas y no lo sabíamos. No había evasión porque el único teléfono era un teléfono público que te podía tragar monedas. Si querías algo tenías que tener el valor de salir a buscarlo. Y a eso le voy a estar agradecida siempre. A todas esas personas que me pedían que las vaya a buscar, loco gracias.

Muchos decían que el lugar que tomaron Los Piojos era el lugar que tenían que tener Los Visitantes. Yo pienso lo mismo pero la historia dijo otra cosa. Para el 2000, Visitantes no more, ente sombras se habían ido. Para ese momento yo estaba enganchada con otras cosas, en Ghandi había comprado un disco de Pequeña Orquesta Reicidentes y estaba en esa. Iba al Rojas o al Teatro San Martín a ver bandas, pero también teatro, al Cosmos a ver cine y al BAFICI cada abril. Me iba refinando, ponele, algunas cosas quedaban atrás y la música electrónica terminaba de adueñase de mi vida. Pasaron los años, el país desbarrancó, después hubo un momento en donde pensamos que Agentina potencia papá y tuve otro novio que un día en unas vacaciones de pesadilla a Córdoba me grabó un disco solista de Palo, uno de covers que ni sabía que había sacado y en el micro de vuelta se desató una tormeta feroz, él me puso los auriculares con ese disco porque yo le decía vamos a chocar, vamos a chocar y nada. Apareció esa voz, familiar, sentida, exagerada por momentos, pero convencida en cada canción, con una convicción que sale de un lugar hecho de sangre, leche y corazón. Cuando preguntan que es cantar bien, qué se yo. Cantar bien no es llegar a la nota, es llegar al otro.

En el 2006 estaba trabajando con un músico, Tomas Lebrero, y pegamos buena onda. Siempre que tocaba me invitaba y yo iba porque estaba en un momento diferente. Un día me cuenta que estaba en la banda de Palo Pandolfo y me dijo tenés que venir, me dejo dos entradas para ir al Tasso y fuí con un amigo. Me puse un vestido de Ayres, un saco y fuí. Tantos años sin ver a Palo en vivo, qué hace? Yo tenía 25 años y 25 no son 14. Qué pasó esa noche, en la que me tomé el 53 y me bajé segura de mi misma, porque había salido entera de unos años bravos. La tengo como una noche perfecta, de frío cálido, de aceptar tomar un poco de vino, con cierta solvencia, de reconocer los temas y conocer otros nuevos, de no entender ese aire folk pero bien porque hacer las cosas mal para mi, nunca. Fran Lebowitz le dijo a Scorsesse que nadie es tan amado nunca como es amado un músico, porque es el que le permite a las pesonas ser felices de manera inmediata sin hacerles ningún tipo de daño. Y ahora en primera persona digo que eso es así. Que ya lo sabía pero hoy lo sé más. Porque pienso en esa noche en el Tasso y se lo que es la felicidad, por quienes la conocí, los que me dieron pistas para decirme nena la felicidad es esto y queda, te acompaña, en noches que preferís que te traguen volvés ahí. Y algo pasa que seguís. Porque armar todo esto es también ir a mi archivo y encontrar en una cuenta de Flirck unas fotos que le saqué a Palo en Radio Nacional en el 2008, ir a una vieja cuenta de mail y encontrar un mail de él en donde me pedía permiso para ponerlas en myspace y yo, permiso? vos podes hacer lo que queres porque moldeaste mi vida y me hiciste valiente, temeraria, mandada, porque yo me mandaba y cuando siento que no sirvo más, vuelvo ahí y digo yo tengo fuego en mi. Y así encendés la chispa, simpre cuesta volver a arder, cada año es más difícil. Loco Palo, no sé que pasó, siempre te seguí, no te lloro, no te sufro, porque ese es el lugar de tus niños, tus amores y es un lugar sagrado.

Pero gracias porque a los 40 puedo escribir taxativamente y de corazón que escribir no es un don, tampoco un trabajo, menos una profesión, es el testimonio de haber vivido iluminada por gente como vos.

Yo no existo, habla la memoria y la biografía de a dos, que se inscribe con tu lirismo avasallanete en la historia del rock nacional. Para siempre.

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